domingo, 30 de octubre de 2016

Cómo Practicar las Obras de Misericordia Espirituales, siguiendo las recomendaciones del Papa Francisco.


Paz y Bien Papitos:


Hemos comenzado el Año Santo de la Misericordia, un tiempo especial en el que el Papa nos invita a vivir el amor para convertirnos más, y de este modo asemejarnos más al Señor Jesús.
En este año estamos llamados a vivir de modo especial la misericordia, virtud que nos lleva a sentir con el que sufre, a solidarizarnos con el que padece, a no ser indiferentes. “Miser” viene de una palabra latina que significa miseria, pobreza. Y “cordia” de otra que significa corazón. Es tener un solo corazón con el que te necesita, sentir con el que sufre, hacerte uno con el necesitado. Muy semejante a la palabra com-pasión: “padecer-con”. Por lo tanto es un año muy importante para vivir el perdón. Cuando los cristianos vivimos la virtud de la misericordia, reflejamos el rostro más hermoso de la Iglesia. Damos testimonio que somos un cuerpo donde Cristo es la cabeza  y nosotros los miembros: si uno padece, compromete al cuerpo entero, todos sufrimos, nadie es indiferente, todos salimos al encuentro del hermano que nos necesita.
¿Cómo vivir este Año Santo de la Misericordia? El Papa Francisco nos ha dejado un camino muy concreto y claro: vivir las obras de misericordia, corporales y espirituales.

¿Cuáles son las obras de misericordia?Hay catorce obras de misericordia: siete corporales y siete espirituales.

Obras de misericordia corporales:
1) Visitar a los enfermos
2) Dar de comer al hambriento
3) Dar de beber al sediento
4) Dar posada al peregrino
5) Vestir al desnudo
6) Visitar a los presos
7) Enterrar a los difuntos

Obras de misericordia espirituales:
1) Enseñar al que no sabe
2) Dar buen consejo al que lo necesita
3) Corregir al que se equivoca
4) Perdonar al que nos ofende
5) Consolar al triste
6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
7) Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.

Las obras de misericordia corporales, en su mayoría surgen de una lista hecha por Jesucristo en su descripción del Juicio Final.


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